Gracias al advenimiento del Antígeno Prostático Específico (PSA en ingles) que se emplea desde la década del noventa y a la buena predisposición de la población masculina a realizar sus controles periódicos de pesquisa, en gran parte por su sencillez, es posible llegar al diagnóstico de cáncer de próstata en etapa temprana, mucho antes de alcanzar a padecer síntomas urinarios-prostáticos y lograr detectarlos en pacientes jóvenes (a partir de 50 años).
El diagnóstico temprano o precoz, nos permite en la mayoría de los casos aplicar un tratamiento curativo con excelentes resultados.
Podemos definir tres grupos de pacientes con cáncer de próstata, según su pronóstico, que dependen de sus factores de riesgos, presentes al momento del diagnóstico:
- de bajo riesgo o buen pronóstico;
- de riesgo y pronóstico intermedio;
- de alto riesgo y pronóstico pobre.
¿Cuál es el mejor tratamiento curativo?
Este grupo de pacientes de bajo riesgo, en etapa temprana de su enfermedad, es al que se le genera la duda en cuanto a cuál es la correcta elección terapéutica.
Esto se debe a que los tratamientos propuestos por diversos facultativos a quién consulta, si se efectúan con el cuidado profesional adecuado, van a arrojar cifras de control de enfermedad similares.
Entonces la elección terapéutica puede ser tomada por el mismo paciente o en colaboración con su grupo familiar. Es en realidad una de las pocas veces en oncología en que un paciente puede elegir su tratamiento. Es por ello que una correcta información en la entrevista médico-paciente sobre las alternativas es fundamental.
Las opciones terapéuticas con intento curativo para estos pacientes son dos:
- La cirugía, con sus diferentes técnicas las cuales no voy a desarrollar por no ser mi especialidad.
- La radioterapia, con sus respectivas alternativas.
Radioterapia:
Cuenta con tres procedimientos: dos de Radioterapia externa, que se realizan con Aceleradores Lineales y otra de Braquiterapia intersticial, que emplea semillas radioactivas que se implantan en la glándula prostática propiamente dicha.
1. Radioterapia externa:
Al igual que la cirugía, evolucionó tecnológicamente en forma superlativa en las últimas dos décadas, principalmente con la sofisticación de los Aceleradores Lineales y sus accesorios, al advenimiento de sofisticados software y hardware con la posibilidad de procesar digitalmente las imágenes obtenidas de los tomógrafos computados. Esta nueva tecnología nos ha permitido mayor precisión y seguridad para definir y tratar el volumen en el blanco.
Podemos además, observar los resultados en forma tridimensional y conformar los volúmenes definidos; de la misma manera delimitar los órganos vulnerables periféricos a la glándula prostática a proteger (vejiga, recto, intestino, cabezas femorales), evitando su irradiación o bien reduciendo la dosis a valores de tolerancia aceptables.
Este procedimiento se lo denomina Radioterapia Tridimensional Conformada (RT3DC) y es hoy el tratamiento estándar en radioterapia externa para el cáncer de próstata en los principales centros de radioterapia de referencia internacional.
Más reciente, y mediante el empleo de una nueva herramienta de planificación computada invertida, es posible además “modular el haz de radiación” en el volumen conformado, mediante filtros especialmente diseñados, de manera que es factible ajustar la dosis, tanto en el tumor propiamente dicho, como en la de los tejidos nobles.
Entonces podemos escalar la dosis en el blanco, sin incrementarla en las zonas vulnerables. Este método se conoce como Radioterapia de Intensidad Modulada (IMRT).
Ambos métodos requieren de mucha precisión y controles dosimétricos de alta calidad. Son tratamientos prolongados que se extienden aproximadamente entre 42 y 45 días.
Preguntas frecuentes durante la consulta:
¿Cómo es la tolerancia y cuáles son las secuelas de un tratamiento radiante externo?
Las aplicaciones son insensibles y por ende indolentes. Se administran diariamente; la dosis por fracción es baja y se va acumulando en los tejidos involucrados día a día, produciendo un efecto inflamatorio en la región tratada a partir de la 2º o 3º semana, que puede producir según la subjetividad de cada paciente, síntomas con intensidad leves o menos frecuente, moderados, que excepcionalmente llegan a ser intensos, y que se manifiestan como epitelitis en pliegues, proctitis, cistitis, flatulencia, cólicos aislados, y aumento de la frecuencia evacuatoria. Todos ellos transitorios y/o controlables si lo requieren, con medicación sintomática.
Las secuelas post tratamientos son de baja frecuencia, entre 3 y 4 % pueden desarrollar síntomas de colon irritable, 2% proctitis y/o cistitis, 1% estenosis uretral. Todas pasibles de tratamientos.
¿Cuál método es mejor RT3DC o IMRT?
En los estadios temprano de cáncer de próstata, ambos métodos arrojan buenos resultados en respuesta y control tumoral, mientras que la IMRT ha demostrado una mejor tolerancia durante el tratamiento y menores porcentajes de secuelas posteriores.
2. Braquiterapia intersticial:
Es un método terapéutico que podríamos definir como un intermedio entre la cirugía y la radioterapia externa, ya que emplea radiaciones que se administran a través de radioisótopos en forma de semillas de Iodo 125 (las más frecuentes en nuestro medio) que tienen una vida media muy corta y que la dosis se concentra localmente, las que se implantan a través del periné. Es necesaria una planificación dosimétrica previa y requiere de preparación para cirugía. El procedimiento se realiza en quirófano bajo anestesia, y con el paciente en posición símil ginecológica, con transductor intrarectal y sonda vesical contrastada.
Se le introducen las agujas a través del periné mediante de una grilla con coordenadas, y se controla con el ecógrafo, mientras se liberan las semillas, conformando un volumen ideal, considerando la situación del tumor y el resto de la glándula prostática.
Requiere de un breve postoperatorio y el paciente es dado de alta, luego de recuperado de su anestesia.
Dentro de las 48 hs se le retira la sonda urinaria, puede padecer de síntomas tempranos de uretritis y proctitis leve, y/o sangrado uretral o proctológico leve, y dolor local perineal leve. Dentro de las secuelas la estenosis uretral posee una frecuencia baja que es de 2 a 4%, proctitis de 3 a 5 %, cistitis-uretritis 3 %.
Controles:
Finalizada una terapia radiante, el paciente debe realizar controles en consultorio, con dosajes periódicos de PSA y tacto rectal. Dada las características biológicas de la célula prostática (relación alfa/beta), la estabilización/normalización del valor base del PSA es muy lenta. Por ello se considera un 1º control químico a los 3 meses de finalizado el tratamiento, y extender los controles cada 6 meses, considerando la respuesta a los 2 años.
Conclusiones:
La historia del Cáncer de Próstata ha cambiado en los últimos 15 años.
Es importante que la población continúe realizando sus controles periódicos, para detectar la enfermedad es su etapa más temprana, que nos brindará la posibilidad de un tratamiento adecuado confiable y de excelente técnica y gran tecnología, con bajos riesgos de secuelas, que incluso podrá elegir de acuerdo a sus posibilidades, y sobre todo con muy buen pronóstico.
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Gracias por la informacion, quisiera saber si a los pacientes de cancer de prostata de bajo riesgo o buen diagnostico la cantidad de veces de radiacion tambien es menor en comparacion a los de alto riesgo, y ¿ cuantas radiaciones minimas seria necesario?.
Atentamente
A. Obando
Estimado Sr. Obando, le hacemos llegar la respuesta del Dr. Carlos Pizzo, autor de la nota:
“La dosis de radioterapia a administrar en la glándula prostática cuando empleamos un tratamiento con criterio curativo, es similar en ambos casos. La diferencia surge específicamente en la definición de los volúmenes a involucrar, por ejemplo: en el caso de un paciente con factores de riesgo bajo o de buen pronóstico, se administrará una dosis radical en la glándula prostática propiamente dicha, mientras que en el caso de un paciente con factores de riesgo intermedio o alto se considerará además de la misma dosis radical en la glándula prostática, incluir una dosis subclínica (inferior) en los ganglios regionales pelvianos (iliacos) y ambas vesículas seminales. La extensión de días de tratamiento será similar en ambos casos.”
Asimismo, lo invitamos a conocer la ficha profesional de Dr. Pizzo, haciendo click aquí.
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Me estan tratando un cancer de próstata con radioterapia y hormonoterapia (una inyeccion de eligard semestral. El tratamiento me ha producido uretritis y rectitis. Quisiera saber si este tratamiento justifica un cierte inchazón de abdomen
Perdón, debido a un mal teclazo, no he tenido la ocasión de darle las graciaas y de saludarlo en mi anterior mensaje.
Estimado Sr. Lopez, le hacemos llegar la respuesta del Dr. Carlos Pizzo, autor de la nota:
” El tratamiento radiante en prostata localizada puede generar sintomas de uretritis y rectitis (proctitis), podrían manifiestarse luego de un par de semanas de iniciado el tratamiento y su magnitud generalmente es leve y tolerable, o de moderada intensidad que se puede atenuar con medicación, y raramente es intensa”.
En cuanto a la “hinchazón” puede responder a causas multifactoriales y no necesariamente ser causante por la radioterapia.
Siempre recomiendo consultar a su médico tratante, quién seguramente conoce su caso y despejará sus dudas mediante una adecuada evaluación y el examen físico correspondiente.
Atentamente.
Dr Carlos A Pizzo
Esta muy buena la nota, mi consulta es la siguiente: he recibido tratamiento de radioterapia con acelerador lineal, despues de haber terminado el mismo (43 sesiones hace 6 meses) me encuentro con muy poca apetencia sexual y escaso liquido seminal, podria ud indicarme si es normal y como podria ir revirtiendo la situacion ?, desde ya muy agradecido por sus comentarios.
Estimado Ruben:
El Dr. Carlos Pizzo le responde: Agradezco su interés por la nota.
Debe considerarse que un tratamiento radiante con criterio radical en próstata, genera cambios a nivel de la glándula y en las vesículas seminales si estas fueron involucradas en el volumen de irradiación.
Estos cambios, de mayor o menor grado, son consecuencia de la inflamación y posterior reparación de los tejidos, y que producen alteraciones vasculares, fibrosis y algún grado de atrofia orgánica que lleva a una disminución de la función de la glándula prostática, con la consecuente disminución de la formación del líquido seminal.
La función sexual depende múltiples factores (orgánicos y psíquicos), por ello es imprescindible conocer la historia clínica del paciente en detalle, con el fin de recomendar una terapéutica personalizada.
Cordialmente
Dr Carlos Alberto Pizzo