Nuestro sistema inmunológico nos protege de las bacterias, los virus y otros organismos patógenos. Se trata de un sistema de defensa complejo y eficaz.
El mantenimiento del sistema inmunológico requiere un consumo constante de todas las vitaminas y minerales necesarios. Para ello, hay que asegurarse de seguir una dieta equilibrada que incluya frutas y verduras en abundancia, yogures o productos lácteos fermentados, preferentemente desnatados, pescado de aguas frías y profundas, frutos secos, soja y semillas oleaginosas como el lino.
El aporte de energía debe ser el correcto, ni por encima ni por debajo de las recomendaciones. El aporte excesivo de energía afecta a la capacidad del sistema inmumológico de combatir infecciones, puesto que la obesidad está ligada a una mayor incidencia de este tipo de enfermedades.
Con un estilo de vida saludable, libre de tabaco y bebidas alcohólicas en abundancia; práctica frecuente de actividades aeróbicas (como el caminar) y selección correcta de nuestro alimentos, podremos estimular correctamente nuestras defensas inmunológicas.
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