El envejecimiento extrínseco o fotoenvejecimiento, es el envejecimiento prematuro de la piel resultante de la exposición prolongada y repetida a la radiación solar. La Dra. María Alicia Savoré, Jefa del Servicio de Dermatología de Grupo Gamma, brinda información sobre factores de riesgo y medidas de prevención.
Los cambios del fotodaño se superponen a los cambios causados por el envejecimiento intrínseco o cronológico, genético, inevitable, atribuido al paso del tiempo.
Son factores de riesgo: la edad avanzada, las pieles claras, la alta exposición al sol ocupacional o recreativa, vivir en lugares geográficos con alta irradiación solar, el nivel socio cultural y los valores personales.
Este fenómeno afecta fundamentalmente la piel de zonas expuestas al sol como cara, cuello, escote, antebrazos, dorso de manos y se manifiesta con arrugas finas y profundas, piel fina, seca, áspera, con manchas de color café claro (lentigos), apergaminada y fláccida con telangiectasias (dilataciones de vasos sanguíneos) y seudo cicatrices estrelladas originadas por microtraumatismos.
Se considera a la radiación ultravioleta como la responsable de alterar la composición, la organización y la estructura de la matriz extracelular que es una malla dérmica formada por varias macromoléculas que incluyen: colágeno, fibras elásticas, glicoproteínas y glicosaminoglicanos que dan firmeza, elasticidad, tersura e hidratación a la piel.
Otros factores que contribuyen al fotoenvejecimiento son los ambientales como la contaminación del aire por gases de autos, de plantas industriales, el hollín, etc. y el humo del tabaco que da la típica “cara del fumador” con prominentes arrugas periorales y perioculares, tez irregular con tono grisáceo, siendo las mujeres más susceptibles.
Otras de las características clínicas del fotoenvejecimiento son:
- Púrpura actínica de Bateman: que se manifiesta como manchas violáceas indoloras que aparecen ante mínimos traumatismos en piel fotodañada de antebrazos y dorso de manos.
- Elastosis actínica/ cutis romboidal: es un engrosamiento difuso, de color amarillento, en la región posterior del cuello con surcos profundos que describen un típico patrón romboidal irregular.
- Poiquilodermia de Civatte: pigmentación moteada y telangiectasias (vasos finos) en regiones laterales del cuello y tórax antero superior que dejan indemne el área submentoniana.
- Hipomelanosis guttata: múltiples pequeñas manchitas blancas en miembros.
- Lentigos actínicos: lesiones planas o ligeramente elevadas con un ligero tinte marrón en zonas de rostro, dorso de manos, escote, parte alta de espalda y hombros; también pueden asentar en labios. Son indicadoras de daño solar crónico.
- Enfermedad de Favre Raucouchot: con comedones (puntos negros) y quiste amarillentos en área periorbitaria.
Como resultado del efecto acumulativo e irreversible de la exposición a la radiación, aparecen con el tiempo lesiones premalignas como las queratosis actínicas de base roja con escamas o bien lesiones tumorales como los carcinomas basocelulares, espinocelulares y el melanoma cutáneo.
El fotoenvejecimiento, podrá prevenirse y mejorarse modificando conductas, costumbres y hábitos siendo fundamental la consulta con el dermatólogo. Lo primordial es tomar medidas de fotoprotección mediante el uso correcto de protectores solares de amplio espectro, avalados científicamente, en forma diaria, independientemente de la época del año, acompañados de gafas, sombreros y ropa adecuada, respetando los horarios y buscando la sombra.
Estas medias de fotoprotección comenzarán desde la infancia, evitando de esa manera las quemaduras solares que son las que originarán las lesiones tumorales en la adultez dado el carácter acumulativo e irreversible de la radiación solar.
Existen muchos tratamientos desde técnicas no invasivas a otras que si lo son que serán de manejo médico.
Recordar que el bronceado es un mecanismo de defensa de la piel al daño celular, por lo tanto no existe el bronceado saludable.
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