El diagnóstico de cáncer colorrectal genera incertidumbre sobre qué conviene realizar primero. El Dr. Raúl Francisquelo, miembro del Servicio de Coloproctología y Cirugía General de Grupo Gamma, brinda información sobre los tratamientos disponibles ante un tumor maligno en el intestino grueso: quimioterapia, rayos y cirugía.
El cáncer colorrectal (tumoración maligna) tiene diferentes abordajes terapéuticos según donde la enfermedad se encuentre ubicada. Es totalmente disímil si está ubicado en el colon o en el recto (porción terminal del aparato digestivo).
Ante un diagnóstico de cáncer colorrectal, los pacientes y familiares se preguntan si se debe “operar pronto”, dada la incertidumbre: “¿no es perjudicial esperar tanto tiempo?”.
En caso de ser el colon la porción afectada, se debe realizar una estadificación (estudios diagnósticos) conjuntamente con un equipo multidisciplinario. Para, convenientemente, operar por videolaparoscopía en los tiempos actuales. Una vez obtenido el resultado del estudio biópsico, el equipo lo reverá para evaluar la necesidad de realizar tratamientos posteriores con quimioterapia (drogas medicamentosas).
En cambio, para un tumor que se presenta en el recto se deben considerar: sus características patológicas, ubicación exacta, compromiso de órganos vecino, y los estudios diagnósticos. Pero, puede ser conveniente realizar un tratamiento neoadyuvante que comprende quimioterapia (drogas medicamentosas) asociada a radioterapia.
“Realizar un tratamiento neoadyuvante comprende quimioterapia (drogas medicamentosas) asociada a radioterapia.”
Luego de las 12 semanas, tras ser revaluado el paciente, se vuelve a estudiar la posibilidad de realizar una cirugía de recto, diferenciándose los tipos de resección de acuerdo a los parámetros antes mencionados. Cabe destacar que, inclusive en algunos casos particulares, algunos enfermos posteriormente a dicho tratamiento no requieren cirugía.
Entonces, la sensación de “pérdida de tiempo” sumada a la angustia que genera lidiar con al enfermedad, estando presente el tumor, tiene sus recompensas. La tumoración, en algunos casos, disminuye de tamaño. Incluso, a veces desaparece. Lo cual permite que las cirugías sean menos invasivas e invalidantes a comparación de la que se debería realizar según tumoración que se diagnosticó en un principio.
“La tumoración, en algunos casos, disminuye de tamaño. A veces desaparece, permitiendo que las cirugías sean menos invasivas e invalidantes.”
La radioterapia, cuando está bien indicada y bien realizada, es muy productiva. A pesar de sus efectos adversos, disminuye el tamaño de las lesiones y el tamaño de los ganglios. De este modo, posibilita un mayor efecto de la quimioterapia.
De modo general, en todos los casos resulta fundamental tomar estas desiciones en equipos multidisciplinarios coordinados por cirujanos coloproctólogos.
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