No todas las personas que roncan son obesas; pero sí la mayoría de obesos, roncan. Al llegar a esta conclusión, el ronquido ha pasado de ser un síntoma molesto a ser un factor de riesgo de hipertensión, infarto de miocardio y trombosis cerebral.
El ronquido está muy relacionado con el sobrepeso, y como actualmente tenemos altos índices de obesidad (infantil y adulta), este se convierte en el principal causante de los ronquidos; entonces, somos un país de roncadores.
El ronquido se produce cuando hay un impedimento al paso del aire en las vías respiratorias superiores. Esta zona es fácilmente colapsable, y cuando estas estructuras contactan y vibran durante la respiración se producen los molestos ronquidos. A esto hay que sumarle algo más, y es que una persona obesa tiene mucho más grasa:
- por un lado, a nivel abdominal, que hace que disminuya la capacidad ventilatoria en el tórax.
- por el otro, deposita más grasa a nivel de cuello que comprime la garganta.
Durante el sueño, en un afán de ventilar mejor, la persona con obesidad abre la boca y ronca más de lo que habitualmente lo hace; asimismo el obeso tiene más tendencia a dormir boca arriba por el mismo volumen que posee. Así se llega a que la vía respiratoria se obstruya totalmente dejando de ventilar por unos segundos, esto es apnea del sueño (SAOS). Esta obstrucción total hace que deje de recibir por unos segundos oxígeno en el cerebro, produciéndose una sensación de ahogo que despierta al paciente hasta 100 veces en una hora.
El hecho de que muchos obesos con diabetes tipo 2 tengan apnea del sueño y no lo sepan es problemático por las graves consecuencias clínicas, aun cuando no existan síntomas. Simplemente en una consulta con medir la circunferencia del cuello, siendo mayor a 43cm en el hombre y 40 cm en la mujer, nos indica que presenta un factor predictivo para la apnea.
La Apnea Obstructiva del Sueño y la obesidad son un círculo vicioso. Al aumentar de peso se deposita tejido adiposo alrededor de las vías aéreas llevando a SAOS, de diferentes grados; ésta lleva a disminuir la actividad física y alterar el ritmo de comidas, a una alteración en los niveles de la insulina e inflamación, que en conjunto empeoran el SAOS.
Logrando una disminución significativa del peso traería una importante mejoría en el número de apneas durante la noche, así como los síntomas diurnos, mejorando la saturación de oxígeno, recobrando el sueño reparador, disminuyendo la somnolencia y, muchas veces, la curación clínica. Por lo tanto, el descenso de peso es fundamental para el tratamiento, dada la alta prevalencia de apnea en pacientes obesos sin diagnosticar.
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Hola necesito un tratamiento para los ronquidos de mi hijo pero no sé con quien consultarlo ni tratarlo. ¿Me pueden orientar?
Estimada Cristina,
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Puede consultar con cualquiera de nuestros especialistas en Medicina del Sueño.
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