Las estrías atróficas de la piel constituyen una patología frecuente, especialmente en jóvenes adolescentes, que llegan a la consulta con una gran carga emocional debido al inesteticismo que le provocan, más aún, considerando la relevancia que tiene la belleza en estos tiempos.

Las estrías son bandas de piel de aspecto atrófico, de recorrido recto, curvo o sinuoso, de medio a varios centímetros de largo y un centímetro de ancho, circunscriptas, de superficie arrugada con ligera depresión al tacto y de textura diferente. Generalmente son múltiples, simétricas y asintomáticas.

Si bien su etiopatogenia no es clara, existen teorías que tratan de explicarla, como el desarrollo insuficiente del tegumento, el estiramiento rápido de la piel, un desequilibrio endócrino y otras causas como las tóxicas.

Existe una predisposición genética a padecerlas y varios factores favorecen su aparición, tales como: sexo femenino, adolescencia, embarazo, obesidad, musculación en levantadores de pesas, mamoplastías, corticoides tópicos u orales prolongados, hepatopatías crónicas, tumores localizados, edemas, cirugía con piel a tensión, deficiencias nutricionales y síndromes de Cushing, de Marfan, de Ehlers Danlos, de Simpson, etc.

Predominan en el sexo femenino y en personas jóvenes. Afecta al 70% de mujeres entre 10 y 16 años y al 40% de varones de 14 a 20 años.

Pueden localizarse en abdomen donde se disponen concéntricamente alrededor del ombligo; en flancos, glúteos y muslos; en mamas, donde forman rayos dirigidos hacia el pezón; en región sacra y raíces de miembros; en cara son muy raras, suelen ser pequeñas y localizan en la región del maxilar inferior.

Clínicamente evolucionan en tres etapas:

• Una fase inicial subclínica, dada por degeneración y disminución de la función de los fibroblastos
• seguida de una fase inflamatoria “estría roja o rubra” que se manifiesta clínicamente como elevaciones papulosas en banda, de formas variables ( lineal, curvilínea, ondulante, en s, en zigzag), de color eritematoso a rojo vinoso
• y por último una fase cicatrizal que da lugar a la “estrías blanconacaradas o estrías alba” donde las lesiones presentan atrofia centrífuga creando una depresión media, la epidermis se adelgaza y está fláccida, toma un aspecto liso brillante, finamente plegable, de color blanco nacarado. A su nivel desaparecen pelos, glándulas sudoríparas y sebáceas.

El tratamiento es difícil, debe dirigirse primeramente a la causa. El manejo específico de la lesión ya constituida tendrá como objetivo estimular la producción de fibroblastos en dermis y favorecer la reparación y reorganización de las fibras.

El abordaje terapéutico es muy amplio: desde cremas hidratantes a base de vitaminas A-B-C-D-E, de ácido retinoico, ácido glicólico, ácido hialurónico, de fitoesteroles de soja, todos ellos tendientes a proteger la piel y reducir las secuelas de distensión. Asimismo podemos aplicar tratamientos exfoliantes o peelings químicos (a base de ácidos tricloroacético, glicólico, mandélico), y exfoliantes mecánicos como la dermoabrasión, con acción a nivel dermoepidérmica, remodelando el colágeno y por ello mejorando la textura de la piel.

Otra opción muy interesante por sus resultados es la mesoterapia, técnica por la cual se introducen a nivel de dermis superficial drogas hidratantes, antioxidantes y reestructurantes.

Se pueden obtener respuestas aún más favorables con la combinación de los tratamientos, por la suma de sus efectos terapéuticos.

Y por último, el empleo de láser de CO2 y de luz pulsada, tecnologías cuyos avances son diarios y sus resultados son muy prometedores.