Una dieta con mucha carne y queso podría ser tan dañina como fumar, pero un consumo moderado de proteínas es saludable después de los 65 años de edad, según un estudio que publicó la revista científica estadounidense Cell Metabolism.
Los investigadores hicieron un seguimiento de la dieta y las condiciones de salud de una amplia muestra de adultos durante dos décadas, y encontraron que el consumo continuado de proteínas animales hace que una persona tenga cuatro veces más probabilidades de morir de cáncer que alguien con una dieta baja en proteínas. Esto es un riesgo de mortalidad por cáncer comparable al que corre una persona que fuma, aseguran.
“Existe la noción equivocada de que, porque todos comemos, es fácil y simple entender la nutrición”, señaló el autor principal del estudio, el italiano Valter Longo, profesor de la Escuela de Gerontología y director del Instituto de Longevidad de la Universidad del Sur de California (USC).
El consumo excesivo de proteína no sólo aparece vinculado a un incremento sustancial en la mortalidad por cáncer sino que las personas de edad mediana que comen mucha proteína de origen animal, incluidas carnes, leche y queso, son más susceptibles a una muerte temprana en general, según esta investigación.
De hecho los amantes de la dieta con alto contenido de proteínas fueron un 74 por ciento más propensos a morir dentro del período del estudio que sus pares que consumían menos proteínas. También fueron varias veces más propensos a morir como consecuencia de la diabetes.
El asunto de cuánta proteína debe incluirse en una dieta saludable ha sido controvertido por mucho tiempo, agitado ocasionalmente por la popularidad de las dietas con alto contenido proteínico.
El estudio de la USC encontró que la adultez no es una fase monolítica de la vida ya que la biología cambia a medida que las personas envejecen. La proteína controla la hormona del crecimiento IGF-I, que ayuda en la etapa de crecimiento del cuerpo, pero se ha vinculado con la susceptibilidad al cáncer. Los niveles de IGF-I caen sustancialmente después de los 65 años de edad y eso contribuye a un debilitamiento y pérdida de músculo.
El estudio llevó a la conclusión de que, si bien la ingesta elevada de proteínas puede ser dañina en la edad media, una dieta con niveles moderados o altos de proteína después de los 65 años de edad puede hacer que las personas sean menos susceptibles a las enfermedades. “La mayoría de la gente en Estados Unidos come casi el doble de las proteínas que deberían ingerir y quizá el mejor cambio sería bajar la ingesta diaria de todas las proteínas pero especialmente las de origen animal”, señaló Longo.
En Argentina, un trabajo dirigido por María del Pilar Díaz, de la Universidad Nacional de Córdoba, relevó el patrón alimentario en la población adulta de Córdoba entre 2006 y 2012. Como conclusión señalaron: “Resulta necesario promover una ingesta habitual de vegetales, frutas y lácteos (estos últimos de manera moderada en hombres), y disminuir el consumo de carnes rojas (fundamentalmente grasas), carnes procesadas, vegetales amiláceos, vino y bebidas azucaradas, a fin de prevenir la ocurrencia de cáncer. “En hombres se sugiere moderar la ingesta de huevos, y en mujeres la de granos refinados, productos de pastelería, aceites y mayonesa”.
Dicen: “En Argentina, el perfil alimentario tradicional está caracterizado por un alto consumo de proteínas y grasas animales, obtenidas principalmente de las carnes rojas, y una baja ingesta de pescado, frutas y verduras. Además, es habitual en la región el asado de carnes a la parrilla. Se ha evidenciado que este método de cocción permite la formación de costra tostada en la superficie del alimento generándose aminas aromáticas heterocíclicas (HAAs), potenciales promotores tumorales. Varios estudios epidemiológicos desarrollados en Córdoba ya evidenciaron su asociación con el riesgo de ocurrencia de algunos cánceres. Un consumo saludable es de unos 0,8 gramos de proteína por kilogramo de peso corporal cada día en la edad mediana.
Para el Dr. Cristian Zinny especialista en clínica médica de Grupo Gamma, es importante mencionar cuáles son las causas predisponentes, es decir, los factores que pueden favorecer la aparición del cáncer de colon:
- Factores hereditarios, como poliposis familia.
- Historia familiar esporádica, un familiar cercano que padeció cáncer de colon pólipo adenomatoso.
- Enfermedades inflamatorias intestinales, como colitis ulcerosa.
Todos estos antecedentes sirven para recomendar estudios del colon debido al aumento de incidencia de cáncer en esta población.
Otros factores personales: por ejemplo, raza o edad
Hay otros factores de riesgo que no determinan un plan de seguimiento para la búsqueda del cáncer de colon, estos son: La Diabetes tipo 2, colecistectomia, alcohol, obesidad, cigarrillo, el consumo de carnes rojas, etc.
La idea de que una buena dieta con menor proporción de proteínas fundamentalmente de origen vacuno, asociado al incremento de pescado, frutas y verduras, parece disminuir el índice de cáncer de colon, es un hecho. Sin embargo el cambio de alimentación a una dieta variada, repercute en un mayor grado en la prevención de enfermedades cardivasculares, tan frecuentes como devastadoras en este siglo.
Fuente: Diario La Capital
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