En el contexto del Día Internacional de la Disfagia, que se celebra el 12 de diciembre, la Lic. Julieta Dal Molín, integrante del Servicio de Fonoaudiología de Grupo Gamma, nos comenta sobre las principales dudas de nuestros pacientes y la importancia de orientarlos hacia un diagnóstico precoz de los trastornos deglutorios. 

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Para comenzar a dilucidar, combatir mitos y conceptos erróneos que circulan en la sociedad respecto a la disfagia, debemos partir del siguiente interrogante: ¿Qué es la disfagia? 

La DISFAGIA es la alteración en la función deglutoria,  se caracteriza por la dificultad en la preparación oral de los alimentos (líquidos, semisólidos y/o sólidos) y en el traslado del bolo alimenticio desde la cavidad bucal hasta el estómago. 

Existen diferentes tipos de disfagia, así como grados de complejidad y etiología.

En general es una condición multifactorial que en muchas oportunidades está infra diagnosticada. 

La dificultad que padece una persona para tragar puede ocasionar graves consecuencias al organismo lo que conlleva a un riesgo en la salud que debe ser valorado y tratado por un profesional fonoaudiólogo.

Es de vital importancia desmentir mitos respecto a esta problemática.

“La disfagia sólo afecta a los adultos mayores y ancianos”

Esta creencia conlleva al infradiagnóstico y a la ausencia de evaluación y tratamiento oportuno. 

Si bien es verdad que afecta a los adultos mayores y ancianos también los bebés, los niños y los jóvenes pueden padecer trastornos deglutorios. 

La disfagia puede presentarse a lo largo de la vida ya que las causas son múltiples:

Enfermedades congénitas (FLAP), enfermedades neurológicas (ACV), síndromes genéticos (Trisomía del par XXI), enfermedades degenerativas (ELA), lesiones (Parálisis cerebral), traumatismos, entre otros. 

“La disfagia es sólo un problema para tragar”

Si bien se caracteriza por la dificultad para tragar, sabemos que se puede manifestar de diversas maneras.

Por ejemplo, dificultad en la preparación oral de los alimentos.

Apertura de boca y mandíbula, trituración, molienda, masticación y formación del bolo) y/o para deglutir una o todas las consistencias de alimentos (líquidos, semisólidos y sólidos)

Además, esta problemática puede comprometer la eficacia deglutoria (cantidad de ingesta diaria de alimentos que garantizan una adecuada nutrición e hidratación al sujeto) y/o a la seguridad deglutoria (penetración y aspiración de partículas alimenticias hacia las vías respiratorias inferiores).

“La disfagia no es un problema grave y no es necesario tratarlo”

Sabemos que la disfagia puede ser síntoma y signo clínico de enfermedades subyacentes.  

La falta de evaluación y diagnóstico fonoaudiológico podrían ocasionar problemas a futuro en la salud, desde cuadros de desnutrición, malnutrición, deshidratación.

Cuadros respiratorios como flema, fiebre sin correlación clínica, infecciones, neumonía e incluso llevar al óbito de la persona.

Es fundamental realizar una consulta con un profesional especializado en el tema para que lleve a cabo una evaluación clínica e instrumental de la función deglutoria, arribar a un diagnóstico y si es oportuno iniciar la rehabilitación.

La disfagia debe ser tratada por un fonoaudiólogo, que es el profesional idóneo para implementar diversas técnicas manuales e instrumentales, cambios posturales, maniobras deglutorias, cambios en las consistencias de la dieta y determinará la vía de acceso a la alimentación.

La rehabilitación debe adecuarse a las necesidades del paciente y por eso el tratamiento siempre es único y singular.

Por último, es importante mencionar que vivimos en una sociedad en la cual compartimos y disfrutamos del encuentro con otros a través de los alimentos. Mates en el parque, un café en el bar, la cerveza después del partido, el asado de los domingos, las pizzas en el balcón con amigos. 

La comida forma parte de nuestra cultura y cumple un rol social, afectivo, vincular y por supuesto, biológico. Comer es vital para el ser humano. 

La disfagia es una problemática poco conocida y subvalorada pero bastante común y cada vez más frecuente en la población.