La obesidad y el cáncer de mama son dos patologías muy frecuentes en la actualidad y con un alto impacto en la sociedad. Numerosas investigaciones han intentado establecer una asociación entre ambos procesos. Los resultados obtenidos muestran que la obesidad se encuentra íntimamente asociada con el cáncer de mama.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que 25 % de la mortalidad por cáncer de mama podría atribuirse al sobrepeso y obesidad.
En las mujeres es importante estudiar el antecedente de cáncer de mama de algún familiar, así como la edad de la menarca (primera menstruación), ya que ésta es precedida de un incremento de la adiposidad, necesario para el inicio de la menstruación. Pero si este aumento de depósito se realiza en chicas con sobrepeso u obesidad constituye un factor de riesgo de padecer cáncer de mama.
Se cree que los cambios endocrinos que tienen lugar en la obesidad, en mujeres de cualquier edad, podrían ser los causantes del incremento de neoplasias mamarias. Al aumentar la grasa, se producen cambios importantes en el organismo como la generación excesiva de hormonas (entre ellas estrógeno e insulina) que pueden provocar un crecimiento desmedido de las células. Existiendo una clara asociación entre valores de estas hormonas (característico de sujetos obesos) y ciertas neoplasias, como el cáncer de endométrio o el de mama entre mujeres.
No hay que olvidar que antes de la menopausia, los ovarios son la fuente principal de estrógenos, aunque también lo es el tejido adiposo. Después de la menopausia, los ovarios dejan de producir estrógenos, por lo que el tejido adiposo se convierte en la principal fuente de esa hormona. Así pues, aquellos tejidos que, como el parénquima mamario, son muy sensibles a los estrógenos, quedan expuestos a un mayor estímulo entre las obesas.
Por otro lado se ha probado que algunos alimentos que consumimos pueden aumentar o disminuir los riesgos para que se desarrollen algunos tipos de cáncer. Los cánceres de seno se han asociado con la cantidad de grasa saturada y proteína de origen animal que se incluye en la dieta.
En relación a la dieta, siguiendo esta sencilla guía nutricional planteada por el Comité de Nutrición y Cáncer de la Sociedad Americana del Cáncer tendrá alternativas saludables para reducir el riesgo de cáncer:
- Evite la obesidad, el 10% de los Cáncer de mama y endometrio podrían evitarse si se mantuviera un IMC debajo de 25.
- Haga ejercicio, ya que las personas que se ejercitan regularmente tienen menos riesgo de cáncer.
- Reduzca la ingesta total de grasas. Consuma leche y productos lácteos bajos o sin grasa, carnes blancas y menos alimentos grasos como mantecas, cremas , fritos o comidas fast food.
- Aumentar el consumo de grasas insaturadas presentes en aceites de oliva, canola, etc. El pescado es una excelente fuente de ácidos grasos Omega 3 que son beneficiosos al combatir la inflamación mamaria y servir de apoyo al sistema inmunológico.
- Consuma más alimentos altos en fibra. La fibra dietaria se encuentra en alimentos del reino vegetal tales como cereales de grano entero, frutas, vegetales y legumbres
- Incluya en su dieta vegetales crucíferos (brocoli, coliflor, repollitos de bruselas, repollo) diariamente
- Incluya diariamente alimentos ricos en vitamina A,E y C (antioxidantes) tales como lácteos descremados, zanahoria, batata, espinaca, calabaza, cítricos. kiwi y frutillas. Estas vitaminas protegen las células de sustancias agresivas y por lo tanto, reducen la probabilidad de cambios que puedan producir cáncer.
- Reduzca el consumo de sodio.
- Reduzca el consumo de alcohol.
- Seguir métodos de cocción correctos. Si se consumen alimentos fritos, hacerlo de forma moderada y evitando la reutilización excesiva del mismo aceite. Asar a la parrilla, cocer al vapor, hervir y cocinar en microondas nos ayuda a cocinar con poca grasa.En los aceites y grasas sobrecalentadas se forman unas sustancias llamadas benzopirenos, que son potencialmente cancerígenos. Estas sustancias se encuentran en la superficie de las carnes cocinadas a la parrilla.
- Mejorar los hábitos alimentarios. Lavar cuidadosamente todas las frutas y verduras antes de comerlas para eliminar residuos de pesticidas artificiales.
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